Es ley de vida crecer, avanzar; cerrar puertas para abrirnos otras. En el mundo scout, pasa exactamente lo mismo. Cada tres años se produce esa mezcla de sensaciones entre las ganas de seguir creciendo y la nostalgia que nos da dejar la sección a la que hemos cogido tanto apego.
Hoy os queremos mostrar cómo una pionera resume tres años de experiencias. ¡Qué rápido pasa el tiempo! Si parece que era ayer cuando estábamos en Puerto Lumbreras suplicándoles que hablaran, que no nos íbamos a comer a nadie.
Y tranquilos, si os sentís identificados y os emocionáis es porque sabéis muy bien de qué va todo esto.
Sabía que este momento llegaría, pero no que estuviera tan cerca ni que el tiempo pasaría tan rápido. Pero
es lo que sucede cuando estás tan a gusto, cuando tienes la suerte de
poder disfrutar de la compañía de cada persona que está en el lugar en
el que encajas. Tan a gusto que, en vez de dormir un sábado por la
mañana, vas automáticamente a la habitación de pioneros, te sientas en
la alfombra con esas ganas de desconectar de la rutina. En tu sitio, en
tu casa. Estando con tu gente, con la familia construída con esmero
durante tres años.
Tres
años con momentos difíciles, claro, con ratos de no encontrar ese
hueco, con enfados y palabras que no apetece escuchar, pero que te hacen
recapacitar. Con consejos para no cambiar la trayectoria, constancia
para llegar a buen puerto.
Pero gracias a esos ratos, somos lo que somos, gracias a eso, somos más fuertes, estamos más unidos.
Y
es que lo mejor de pasar por situaciones complicadas, es lo que viene
después. El despertar. La buena energía, la recarga de pilas, los
reconocimientos, la satisfacción, la alegría y las emociones. Y sobre
todo, conseguirlo juntos.
Nosotros sabemos de lo que hablamos, lo que hemos conseguido y lo afortunados que somos al tenernos.
Y
yo me llevo conmigo, cada acampada, entre otras la de "La Muela" la
primera experiencia pionera, cada marcha, cada salida, los cumpleaños
celebrados. Bolnuevo. Me llevo el "paintball", el rocódromo, el
rafting... Me
llevo conmigo al Sahúco y nuestras primeras actividades. A Tus y a cada
rincón. A Cuenca y a lo que nos trajo, a su marcha y a sus girasoles. A
los Urrutias y a la playa en primavera. A
Letur y a la piscina del pueblo, a Turco y Turquín, al buen desayuno
de marcha... Pero también, le doy las gracias a este último campamento
por darnos una lección y comprobar de cerca que si uno de nosotros
falla, fallamos todos.
Sin
duda, entre otras muchas cosas más, se nos quedará grabado este fin de
semana en el Rellano, donde hemos podido disfrutarnos por última vez
dentro de la sección, y donde todos hemos reído con ganas.
Pero
sobre todo, se nos quedará muy adentro el momento en el que rompimos el
círculo de pioneros. Un momento en el que se te viene a la cabeza de
repente el día en que intentábamos entrar... Algunos
no entenderán lo que supone salir de ese corro, dejar atrás a tus
educadores y ver que tu sección ahora, la ocupan otros pioneros. El irte
después de haberlo adaptado todo. Son sensaciones que se apoderan de
tu cuerpo y no sabes cómo explicar, pero te hacen sentir vivo.
Y cómo no, me llevo conmigo y me quedo para siempre un pedazo de las
personas que han hecho posible todo esto. Un pedazo de Amante, porque
gracias a él sé un poco mejor cuándo lo estoy haciendo bien o no, y que
para todo hay un momento. Porque gracias a su constancia yo me he
enganchado a esto. Un pedazo de Santiago, porque me da seguridad. Un pedazo de Wayo porque aunque fue breve, lo hizo más interesante. Otro de Cristina para poder sacarle el lado positivo a lo malo y
hacerlo, si es posible, con buenas maneras y con una sonrisa. Por
supuesto, otro pedazo de Alberto para no olvidar nunca que se puede
poner la ilusión de un niño sin perder la cordura.
"Entonces hasta luego, decir mejor que adiós."
Desde el grupo de educadores solo podemos decir que: ADELANTE, que aprovecheis todo lo posible vuestra etapa rover. No os de miedo seguir dando pasos, nosotros estaremos ahí para los tropiezos.