miércoles, 7 de febrero de 2018

Descubriendo mundo. Crónica de un viaje. Cuaderno de Bitácora.


Nos alegra que la sección de educadores se implique en el blog y desate su vena creativa. Quizá esta lectura es algo diferente a lo que solemos publicar, pero la cabeza de Chacal erupciona sin control y totalmente apasionada como un buen volcán.

A continuación os dejamos el resumen de nuestro viaje de expedición en búsqueda de nuevas zonas de campamento de verano. Esperemos que os guste:


CRÓNICA DE UN VIAJE. CUADERNO DE BITÁCORA
03/02/2018
7:22. Salimos dirección Guadalajara a ver dos sitios de campamento. En la furgoneta que ha
salido desde Espinardo somos Amante, Wayo que conduce, Javi García, el Cabra y yo. Tenemos que recoger a Monerri. Siempre hay que recogerlo. Pesadillas.

8:26. Llevamos una hora de viaje. Me sigo manteniendo medianamente despierto a pesar de
haber ido directamente desde el trabajo. Amante, Wayo y Javi García están en los asientos de delante, hablando de cosas de adultos: geopolítica, sociedad, el conflicto catalán... En la parte de atrás estamos el Cabra, Monerri y yo. Evidentemente nuestros temas son más banales, me aventuro a decir que hemos dormido algo menos y nuestra capacidad reflexiva se encuentra mermada. Le he pedido al cabra que haga un croquis de la situación con vista de planta:


Dice, el Cabra, que le deje un recuadro que después lo hará. Lo apremio a que lo haga ya. Hace la basura de la parte de arriba. Los dos de mi lado no dejan de pelearse. Uno se caga con flatulencias mañaneras; el otro eructa con un aliento nauseabundo.

Como la culpa de que el croquis no muestre las intenciones que yo tenía (algo más caricaturesco), en parte por culpa mía, ya que el concepto croquis conlleva la simplificación hasta el extremo sólo mostrando un mapa de la situación a plasmar; llevado a este caso, cómo estábamos los seis situados en la furgoneta. Y por otra parte el Cabra tampoco tenía muchas ganas de darle al boli. Le pido ahora, al Cabra, que haga un dibujo, pero cuando pase un poco más de tiempo y esté algo más inspirado.

9:09. El Cabra ha dicho que le entraría perfectamente una cerveza. En realidad a mí también me entraría bastante bien, mucho más de lo que me gustaría reconocer teniendo en cuenta la hora. Estamos ya atravesando puertos de montaña con pinos a ambos lados de la calzada. El paisaje cambia de un momento a otro: de zonas muy arboladas a secarrales sin apenas matojos. Acabamos de pasar por un polígono industrial. Ni idea de donde estamos, mi visión desde la esquina izquierda de la parte de atrás sólo me permite mirar por la ventanilla y tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano para levantarme y mirar hacia el frente. He leído hace no mucho un cartel que ponía Gandía, pero a saber.

Hemos estado platicando un poco de política. Mi misión era soltar comentarios a destiempo y totalmente faltos de cultura o reflexión previa.

11:00. Parece ser que por fin el Cabra se siente inspirado. Se ha metido un Kinder Bueno al cuerpo y la subida de los azúcares le ayuda. Pluma en ristre dibuja:

A partir de este momento no hay más notas en mi cuaderno, así que lo siguiente será producto de mi memoria errante y de mi imaginación.

Llegamos sobre las doce a Orihuela del Tremedal. En cuando bajamos de la furgoneta notamos el cambio de temperatura, el cual se hace patente viendo el río helado que queda a nuestra derecha. Tenemos que parar en este pueblo para ponernos en contacto con los que nos proveerán de suministros para el campamento. Nuestra tarea parece fácil, hablar con todos los comercios de la zona y ver cuáles son sus productos, a la par que hacernos con los números de éstos. Una vez terminado este trámite y como vamos algo pegados de tiempo decidimos ir a ver el primer sitio de campamento en Alustante.

Nos subimos los seis en la furgoneta y seguimos a un todoterreno por una pista forestal con medio palmo de nieve. A cincuenta metros del campamento la furgoneta empieza a patinar peligrosamente y nos tenemos que apear para seguir andando. Antes de ver la zona, y con todos ya en zona firme, la furgoneta recula un poco y comienza a deslizarse calzada abajo. Wayo es un felino y consigue montarse para hacerla frenar. Ponemos piedras bajo las ruedas traseras para evitar que se deslice. Lo de sacarla de allí será otra historia. El sitio de Alustante es una pinada preciosa. La claridad que le daba la nieve hacía del sitio algo idílico. Parecía que estábamos en algún parque natural de Alaska y que en cualquier momento un alce de tamaño desproporcionado se llevaría a Monerri de una cornada. Aunque tuviéramos manos y pies al punto de congelación, aunque nos hayamos tirado cinco horas de camino para ver ese sitio, sólo por la panorámica ha merecido la pena. Es un sitio enorme con muchas posibilidades. A todos nos encanta.

Después de la odisea de sacar la furgoneta de ese paraje, regresamos a Orihuela del Tremedal a ver el otro posible sitio de campamento: el camping Caimodorro. Como el frío extremo nos ha cortado la cara –y la garganta– decidimos calentar nuestros cuerpos con unos licores de la tierra que, el buen anfitrión y encargado de enseñarnos el camping, nos invitó con todo decoro. Después de la visita y cercanos a las tres de la tarde decidimos comer en el restaurante de Orihuela del Tremedal para partir lo antes posible a Murcia.

El camino de vuelta me lo pasé durmiendo, pero, por lo que me dijeron, fue un monólogo de Javi García para mantener despierto a nuestro conductor. Habló de sus fechorías y canalladas a edad temprana. No sé si esta última parte me la estoy inventando o de verdad pasó algo parecido. Lo más seguro es que retomaran los temas de la ida y acercaran posturas. En el diálogo se encuentran soluciones.

Buena caza y largas lunas.